Diario de un bosón. 06

28 de Febrero de 2008

Esto es intolerable. Estoy pensando en cambiar de Galaxia, y lo lamento de veras, porque le he cogido cariño al barrio, y las vistas al acelerador le daba un aire sofisticado a las ventanas del dormitorio. Pero hay ciertas cosas que uno no tiene porqué aguantar.

Desde hace unos meses han estado experimentando con la teletransportación de partículas subatómicas. Están realmente admirados de que podamos saltar en tiempo cero de un lugar a otro. Yo sinceramente, no veo a qué tanto alboroto con algo que se ha hecho así desde que el mundo es mundo, pero los doctores son a veces criaturas desconcertantes. A veces pasan meses contemplando embobados un fotón y de repente empiezan a gritarse unos a otros: “¡cerraron el grifo chicos!” y ya no vuelven a tocar el asunto. De todas formas nunca van a conseguir que un iluminado les diga nada. Es empeño vano.

Pero una cosa es transportarse uno porque quiere, cosa que aun así no resulta en absoluto agradable, y otra es que estes tan tranquilo viendo una película y… ¡FLOP! te veas de repente en medio del Serengeti rodeado de ñues y con ese mareo de estómago que dejan siempre los saltos en el espacio.

Yo no sé si lo hacen a posta o es por pura casualidad, pero siempre me transportan en el momento más inoportuno. Ya podían hacerlo cuando te traen la cuente en un restaurante, o cuando le toca a uno bajar la basura a la calle. Pero no, siempre en el momento más inconveniente. Hace unos días conocí a una antipartícula de materia oscura. No podía creer en mi suerte, la chica era espectacular y a esta gente no se la suele encontrar uno muy a menudo. Dicen que no se les llama antiparticulas por casualidad, pero yo estaba dispuesto a arriesgarme para averiguar cómo de oscura podía llegar a ser. Le conté un par de chistes malos y le invité a un trago. No había ella acabado de decir “en tu casa o en la mía” cuando… ¡FLOP! “en tu casa por supuesto” le estaba diciendo yo a un fermión seboso a los pies del Kilimanjaro.

Algunas veces pienso que es un experimento psicológico de los doctores. Intentan tocarme las narices para ver hasta dónde puedo aguantar. Si no, no me explico por qué me hacen esto.

6 thoughts on “Diario de un bosón. 06”

  1. No sé quien será el anonimo, pero el de la entrada anterior era yo :D

    Por cierto, todos los machos por ínfimos que sean son masocas?

  2. el diario del bosón será copiado, impreso y anexado a mi biblioteca, luego de pasar por las manos de algunos amigos.

Leave a Reply

Your email address will not be published.