Pasaron cuatro años. Las estaciones se sucedieron, algunos árboles calleron y otros fueron plantados. Ocurrieron muchas cosas, algunas de ellas en mundos imaginados. Cada cual hizo su camino, y esos caminos fueron ricos y apasionados, con momentos sublimes, momentos gozosos, melancólicos a veces, a veces difíciles, pero es lo que hay, y así está bien. Por encima de todo, cada uno puede decir que lo hizo “on my way”, así que sí, así está bien.
En un mes… Dentro de un mes habrá un acontencimiento, un evento, un suceso significativo que delimitará una frontera, al menos en mi cabeza. Hay muchos comienzos detrás de esa frontera. Me gusta últimamente decir que es un tiempo de comienzos, pero me doy cuenta ahora de que lo que realemente quiero decir es que siempre debería ser “tiempo de comienzos”. Entre todo lo que quiero emprender hay muchas cosas, pero algunas de ellas no están muy lejos de aquí. Lazos que recuperar, lazos entrañables, una carta que lleva ya dos años de retraso (injustificado e injustificable), toda la potencia creativa que me daba el contacto con personas afines y queridas. Y por qué no, animar a alguien a darse cuenta de que en verdad, ya no hay motivos para que haya verdades fundamentales desaparecidas…
Releer algunas conversaciones es muchas veces acabar con una sonrisa, y otras soltar una carcajada. Cuando alguien consigue con sus palabras hacer brotar una idea, o una risa, hacer que nazca un cuento, hacerte crear en definitiva, está demostrando una valia más alla de lo común.
Estaré al otro lado de la frontera.
Nota del Autor: Se preguntarán ustedes que pinta ahí el ratón… Sí, yo también me lo pregunto.