22 de Julio de 2007
Hoy estoy muy frustrado.
Estaba esperando en la estación para coger un rayo cósmico hacia la estrella BK-5291, en las Perseidas, para ir a visitar a un buen amigo que me ha invitado a pasar unos días en su nueva casa. Hace poco consiguió un trabajo en un laboratorio de estudios avanzados y se ha hecho un chalet todo él de materia oscura. Me parece un poco opulento, pero el es así, impulsivo, y con ese trabajo se lo puede permitir. Es un trabajo peligroso, hay que decirlo. La especie que ha construido el laboratorio aún no está muy avanzada y en cualquier descuido pueden colapsar su estrella en un agujero negro que se trague todo en veinte unidades astronómicas a la redonda. Todo: planetas, satélites, y hasta partículas elementales. No me ha pasado nunca, pero verte atrapado en un agujero negro no debe ser muy agradable. La gravedad es tan alta que llegar hasta la nevera para servirte una copa de vino tinto supone trescientos años de duro esfuerzo. No puede salir ninguna señal, por lo que no puedes telefonear a nadie, y el espacio tiempo se abomba tanto que si te descuidas puedes encontrarte a ti mismo un millón de años más joven. Lo único que puedes hacer es esperar pacientemente unos tres trillones de años hasta que se forme por casualidad un agujero de gusano que te permita salir de allí.
Bueno, pero no nos pongamos melodramáticos, no tiene por qué pasar, y a mi desde luego no, porque cuando por fin llegó mi turno de subir al rayo cósmico de las Perseidas apareció un grupo de Boy Scauts muones, lo menos treinta de ellos y ocuparon todas las plazas libres. Los muones siempre tienen prioridad en los rayos cósmicos. Y yo no tendré más días libres para ir a las Perseidas, me tendré que conformar con las fotos.