30 de Julio de 2007
He hablado con Gilda y le he estado contando lo de hoy en el trabajo. Me encanta cuando consigo que se ría, aunque sea desde tan lejos. A ver si un día de estos me paso a visitarla, hace una eternidad que no nos vemos y después de todo solo está a cuatro mil años luz de aquí.
Como le he contado a ella, estábamos un grupo en el acelerador tomándole el pelo a los doctores. Nos habían lanzado en dos electrones como siempre, con la esperanza de que chocásemos y se reventasen los electrones para poder estudiarnos por separado. Pero esta vez nos pusimos de acuerdo y cada vez que los electrones se cruzaban en el pasadizo anular del acelerador, nos colocábamos todos en el mismo lado del electrón para desviarlo un poco de su rumbo y evitar la colisión. Llevábamos ya cinco horas girando en el acelerador y nos lo estábamos pasando pipa. Los doctores estaban de los nervios sin comprender por qué hoy tardaba tanto en ocurrir la colisión, y el doctor Walter a esas alturas se empezaba a arrancar los pelos a puñados. Gilda me ha contado que no es de extrañar, que al parecer cada segundo de funcionamiento del acelerador les cuesta una fortuna en energía, pero después de tantas colisiones a alta velocidad creo que tenemos derecho a un poco de diversión, digo yo.
Llegado un momento, nos empezó a aburrir la maniobra y comenzamos a hacer variaciones. Unas veces corriamos todos por el ecuador del electrón a la vez provocando un desplazamiento ondulatorio de este. Otras, nos apretujábamos todos en un punto y dábamos saltos al unísono provocando desplazamientos rítmicos en él. Y otras muchas cosas más, ha sido muy divertido. Después de estas travesuras, los doctores estaban boquiabiertos por los “extraños comportamientos en la trayectoria” de nuestro electrón. Piensan que han descubierto algo muy singular. Pues sí, digo yo: que las partículas también nos merecemos un día de relax. Así que al final todos contentos. Nosotros nos hemos divertido y ellos tienen sus “datos nunca antes observados”.
¡Me encanta este diario!
¿Que el doctor se llame Walter… es casualidad?
XD
XD
Nada es casualidad en la física cuántica. Por todos lados hay relaciones ocultas difíciles de descubrir.
xDDD Qué diver!
El bosón se lo pasa pipa en su parque de atracciones.
Nada es casualidad en la física cuántica. Por todos lados hay relaciones ocultas difíciles de descubrir.
si dudas. Yo sigo este diario como un alucinado, esperando que el bosón revele en algún momento el origen del universo (y tal vez con ello, alguna pista sobre el sentido de la existencia) pero me está pareciendo que el tipo es un frívolo más ocupado en gastar bromas y ocuparse de sus pasatiempos que en trabajar seriamente.
Qué se yo, un mal ejemplo para los que creen que con disciplina y empeño se llega lejos, como esas partículas que se agrupan hasta formar átomos, y siendo átomos se agrupan con otros hasta formar moléculas y así van cimentando una situación sólida y estable que las lleva un día a convertirse en cosas importantes, como teléfonos celulares, manzanas o periódicos del día anterior.
y siendo Ripio, ¿se agrupan con quienes para formar qué?
(que mafaldera esta frase, me la imagino de puntillas preguntándosela a su padre que sentado en el sillón levanta la vista con desesperación del diario, con esa mirada qué dice: “sonamos”)
siendo ripio por sí solo sirve unicamente para romper parabrisas de autos, como me acaba de pasar esta semana yendo a S. Elena, que no el parabrisas pero quedaron como dos impactos de bala en una de las luces delanteras y una cachadura en la pintura del capó, por algo de ripio desparramado sobre la ruta, seguramente caído de algún camión, y que otro camión proyectó contra mi auto que por suerte no es mío, si no, esto lo estaría contando mientras lloraba.
Ahora, cuando se junta con otras moléculas, algunas de arena, otras de cemento, forma el concreto y termina siendo tan útil como el periódico del día de ayer.
veo que el periódico del día anterior te tiene sorbidos los átomos XD
a mi me paso algo parecido, pero en toda una señora autopista de peaje. Volvía de un viaje, no recuerdo si de Suiza o Alemania. Acababa de pasar Barcelona, donde había hecho una paradita para visitar el Forum y ya iba derechito para casa después de cientos de kilómetros, cuando de repente veo que a un camión delante de mi se le cae no un ripio sino un señor pedrolo como un puño de grande. Le ví dar dos botes antes de que se metiese debajo de mi coche donde oí que hacía tres o cuatro carambolas contra los bajos. Lo gordo habría sido si me pega contra el parabrisas, pero bueno… Unos kilómetros más adelante vi que me estaba quedando sin gasolina y paré en una gasolinera, lleno el depósito, y cuando estoy en la caja pagando veo que el coche gotea por abajo. Se había jodido el conducto que llevaba la gasolina del depósito al motor. Luego me dijo el mecánico que podría haber explotado porque le hice bastantes kilómetros así… y si no lo llego a ver, habría seguido. ¡puf! Sin embargo en ese momento absurdamente, lo que más me fastidió fué que la mitad de la gasolina que acababa de pagar estaba desparramándose por el suelo.
Gracias al seguro de mi padre nos llevó una grua a un taller y desde allí un taxi al aeropuerto de Barcelona donde nos dieron un coche de alquiler y pude seguir viaje, aunque ya eran las tantas. Cuando iba a recoger el coche de alquiler caí en la cuenta de que me había dejado la cartera con mi documentación en el maletero del coche. Por suerte aceptaron como conductor la documentación de mi acompañante, porque si no no nos habrían dado el coche.
Una semana después(también pagado por el seguro) me cogí un vuelo a Barcelona y allí un taxi me esperaba para llevarme al taller donde recogí el coche ya reparado y con 200 euros menos en mi cartera.
¿y por qué contaba yo esto? ¡ah sí! los átomos. Los átomos se juntan y forman periódicos de anteayer o piedras que te hacer recorrer la misma carretera dos veces en una semana.
Al diablo con los seguros que tenéis!
Siendo una autopista con peaje, ese daño no se podía reclamar a los concesionarios de la misma?
Hace tres o cuatro semanas, en paseo de domingo a la tarde, me metí por unos caminos de tierra en medio del campo, muy lindos. Yo no iba despacio porque era una mezcla de tierra y ripio que daba gusto llevar el auto sobre ese suelo. En medio de la tormenta de polvo que levantaba una camioneta que iba adelante, me topé con un badén de concreto y di un buen golpe. No paré a mirar porque no pensé que hubiera sido para tanto, pero seguí camino controlando el tablero. Vuelto a la ruta, en determinado momento la aguja de temperatura comienza a subir vertiginosamente. Paré de inmediato y comprobé que adiós radiador.
Se hacía de noche, estaba con mi mujer y mi hija, esta enferma y sobre la hora de tomar sus remedios que estaban en casa, todos haciéndonos pis (el bendito mate) y sin ninguno de los tres celulares que tenemos…
Un señor de una casa cercana me prestó el teléfono, hablé al seguro, que es de otra provincia, me prometieron una grúa y yo, conociendo este país, hice dedo (autostop) para que se llevaran a mi mujer y a mi hija, y me acomodé preparado para que la mañana del lunes me pillara en plena espera. Para mi incredulidad, una media hora después llegaron las luces amarillas de una grúa de lo más moderna que me trajo a Paraná. Aún no me lo creo.