Puerta trasera

Puerta Trasera

La puerta de atrás es debilidad,
porque casa con dos puertas,
mala es de guardar.

Pero además de ser punto débil, es mavillosamente lábil. Es atajo, por el que el dueño acorta camino cuando quiere llevar un pesado bulto lo más prontamente a su destino. Es hueco umbrío, por donde el criminal saca otro bulto, pesado también, para arrastrarlo con disimulo hasta el maletero del coche. Es subterfugio, para entrar en la casa esquivando la molesta visita que espera en el salón, y subir de puntillas escaleras arriba hasta el desván, refugio de cachivaches y melancolías. Es puerta cómplice, por la que regresan a casa a deshoras el borracho, el infiel y el adolescente. Es salvación, cuando perdida la llave recuerdas que has dejado la de atrás abierta. Vía de escape cuando suena el megáfono, “¡salgan todos, están rodeados!”. Es entrometida, cuando el amante desliza bajo su mirada los últimos besos en su umbral, antes de perderse en las sombras de la noche. Es ¡al fin! cuando el empleado cierra la tienda tras una larga jornada. Y es ¡hola! cuando la dejas abierta y un gato color aceituna se cuela a saludarte.

Si alguna vez me hago una casa a medida, puertas, solo tendrá la de atrás.