Evento

свети атанасикониratón

Pasaron cuatro años. Las estaciones se sucedieron, algunos árboles calleron y otros fueron plantados. Ocurrieron muchas cosas, algunas de ellas en mundos imaginados. Cada cual hizo su camino, y esos caminos fueron ricos y apasionados, con momentos sublimes, momentos gozosos, melancólicos a veces, a veces difíciles, pero es lo que hay, y así está bien. Por encima de todo, cada uno puede decir que lo hizo “on my way”, así que sí, así está bien.

En un mes… Dentro de un mes habrá un acontencimiento, un evento, un suceso significativo que delimitará una frontera, al menos en mi cabeza. Hay muchos comienzos detrás de esa frontera. Me gusta últimamente decir que es un tiempo de comienzos, pero me doy cuenta ahora de que lo que realemente quiero decir es que siempre debería ser “tiempo de comienzos”. Entre todo lo que quiero emprender hay muchas cosas, pero algunas de ellas no están muy lejos de aquí. Lazos que recuperar, lazos entrañables, una carta que lleva ya dos años de retraso (injustificado e injustificable), toda la potencia creativa que me daba el contacto con personas afines y queridas. Y por qué no, animar a alguien a darse cuenta de que en verdad, ya no hay motivos para que haya verdades fundamentales desaparecidas…

Releer algunas conversaciones es muchas veces acabar con una sonrisa, y otras soltar una carcajada. Cuando alguien consigue con sus palabras hacer brotar una idea, o una risa, hacer que nazca un cuento, hacerte crear en definitiva, está demostrando una valia más alla de lo común.

Estaré al otro lado de la frontera.

Nota del Autor: Se preguntarán ustedes que pinta ahí el ratón… Sí, yo también me lo pregunto.

Variaciones de 4 elementos tomados de 4 en 4 en un día de lluvia.

me jode que llueva cuando tiendo la ropa
me jode que llueva cuando arropo la tienda
me jode que arrope la lluvia cuando tiendo
me jode que arrope la tienda cuando llueve
me jode que tienda cuando llueve la ropa
me jode que tienda cuando la ropa llueve

me llueve que jode cuando la ropa tiendo
me llueve que jode cuando tiendo la ropa
me llueve que tiendo cuando arropo la joda
me llueve que tiendo cuando la joda arropo
me llueve que arrope la tienda cuando jodo
me llueve que arrope la joda cuando tiendo

me tiende que joda la ropa cuando llueve
me tiende que joda la lluvia cuando arropo
me tiende que llueva la ropa cuando jodo
me tiende que llueva la joda cuando arropo
me tiende que arrope la lluvia cuando jodo
me tiende que arrope la joda cuando llueve

me arropa que joda la lluvia cuando tiendo
me arropa que joda la tienda cuando llueve
me arropa que llueva la tienda cuando jodo
me arropa que llueva la joda cuando tiendo
me arropa que tienda la lluvia cuando jodo
me arropa que tienda la joda cuando lluevo

Contradicciones con leche

Hoy en la cafetería de una facultad de cuyo nombre no quiero acordarme he pedido un “café solo con leche”.

La camarera no era muy comprensiva, me ha mirado imperturbable, pero yo sé que estaba pensando “el subnormal de las 10.30″
– ¿”solo” “con leche”?

Le habría explicado que mis contradicciones internas me hacen cosas así antes del café, pero luego he pensado que iba a empeorar las cosas llevando el café al terreno del psicoanálisis y me he corregido:
– Con leche fría.

Al final me lo ha puesto con mala leche y dos de azucar.

Nota del A.: una anécdota personal, si ustedes me permiten. No volverá a suceder.

Reflexiones I

-La aparición del hombre sobre la tierra ¿inevitable o casual?

Si nos situamos en una postura creacionista podríamos decir que es inevitable puesto que es un suceso cierto ya acaecido y verificado, y no le concedemos al dios eterno, intemporal (acto puro) la capacidad de cambiar de opinión. Pero así entre nosotros, quien sabe por qué casualidad un buen día se levanto con espíritu creativo en lugar de autocontemplativo. Quizá un mal sueño, o la frustración de quemar las lentejas cuando preparaba la comida… de ser así, estremece pensar que si Dios hubiese tenido un robot de cocina Chef 2000, la humanidad podría no haber sido creada.

Enfocándolo desde un punto de vista lingüístico y posthistórico (de hechos consumados), definiendo como Tierra “el planeta de origen de la especie humana”… entonces, sí, es inevitable de necesidad. Por definición.
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Pero me pongo es un plano científico, más de andar por la tierra, que no es que mirar al cielo sea malo, solo que da tortícolis y las farolas no avisan cuando se te ponen delante durante un paseo. Pues con esta premisa no creo que se pueda tomar partido por una u otra opción. Parece que es una cuestión de estadística. Lo primero de todo es tomar conciencia de lo inconmensurable que es el Universo, tanto que realmente es misión imposible tomar conciencia de ello. Podemos hacer buenas aproximaciones de la mano de Sagan (cómo no). Pero bástenos con las palabras de un conocido científico conquense quien, ante la pregunta de cómo de grande era el Universo, contesto con un lacónico: “muchismo”. De hecho, ni siquiera podemos concebir la ingente cantidad de estrellas que nos acompañan en la Vía Láctea, que es solo una entre la legión de galaxias igualmente atestadas que pululan por las esferas cósmicas. Y los planetas, solo en nuestra galaxia, se cuentan por billones. Otro medio de aproximación al conocimiento, menos metodológico pero quizá tan efectivo como el que más, es echar un vistazo a la M-30 un lunes en hora punta. Hay magnitudes que la mente humana no está preparada para percibir.

Por otro lado, consideremos que hace tan solo una década, la vida era considerada una extrañeza sumamente improbable de encontrar en algún otro lugar que no fuese nuestra Tierra. Se glosaban para ilustrar este asunto toda una serie de casualidades a cual más improbable, todas ellas im-pres-cin-di-bles para que de la coctelera saliese no solo un ser racional capaz de preguntarse sobre la necesidad de su existencia, sino también la más ínfima vida unicelular de la que teníamos noticia. Todas estas innumerables improbabilidades se habían concentrado contra toda ley estadística en un único esferoide de roca para dar lugar a la orgía de vida de la que (evolución mediante) henos aquí en los albores de la sociedad de la información. En definitiva, concluíamos, tan improbable cúmulo de casualidades no se pueden repetir por ahí, no me vengan ustedes con que hay muchas estrellas y planetas. No, no y no.
Sin embargo hoy sabemos que la vida no es tan improbable como antes creíamos. Que todas esas premisas que le habíamos impuesto a la vida para suceder, eran erróneas. Que no solo la vida aparece con una tenacidad inusitada donde antes la creíamos imposible, sino también que existen tipos de vida que antes considerábamos imposibles, creyendo (erróneamente) que toda vida tenía que basarse en el abc del carbono a nuestra imagen y semejanza. Un pecado de vanidad, quizá. Los extremófilos hallados en las bocas volcánicas de los lechos oceánicos, los organismos encontrados en ecosistemas cerrados cuya vida no se basa en el carbono, o los microorganismos llovidos del cielo a bordo de meteoritos, nos aleccionan en la idea de que la vida no solo no es una rara avis en el cosmos inorgánico, sino que a poco que miremos nos vamos a encontrar con ella, eso sí, en formas unicelulares y poco más. Cabe preguntarse ante estos descubrimientos si es de justicia aplicar el prinicipio antrópico a la hora de interrogar al cosmos, cuando ya en nuestro insignificante terruño encontramos excepciones a la regla del carbono.

Parece que me voy por las ramas, pero ya mismo sintetizo:
Si unimos el hecho de las inconmensurables magnitudes de estrellas y planetas que abarrotan el cosmos, con el conocimiento de la frecuencia más que estimable con que la vida surge en los entornos variados y con estructuras químicas variadas… y haciendo uso de la elemental ciencia estadística, o incluso por qué no, del sentido común a ojímetro, es fácil concluir que era inevitable que acabásemos brotando aquí o allá. Por otro lado, para que ese brotar del ser racional se diese a partir de la vida unicelular, tuvieron también que darse no pocas casualidades evolutivas y en muchos otros órdenes (geológicos, climáticos…) que en infinidad de sitios no concurrieron. Sin ir más lejos y al parecer, Marte sería uno de ellos, donde no hace mucho se han apreciado huellas de escorrentías de fluidos líquidos (probablemente agua). Fíjate, no ha habido que ir muy lejos en el vasto cosmos, ¡qué no habrá en el espacio insondable! Un suceso puede ser improbable a más no poder, pero cuando tanto va el cántaro a la fuente, es seguro que acabará rompiéndose. Pues eso, estadística.

En respuesta a la pregunta: era inevitable que se diese la casualidad.

Nota del A.: viene al hilo de conversaciones con Lucrecia, no la de Borgia, sino la otra.

Empirismo casero I. La inflamabilidad del Nesquick

(banda sonora oficial de esta entrada)

Hace unas semanas, y al hilo de una discusión sobre el famoso efecto mentos+cocacola [+] una amiga me envió un vídeo ilustrativo sobre otro efecto menos conocido: la inflamabilidad del colacao. En el se veía a un chaval escupiendo fuego por la boca, supuestamente generado con colacao como combustible. Aquí os enlazo otro vídeo similar [+] Al parecer la explicación científica tiene que ver con las grasas vegetales que contiene este (suculento) producto.

Me picó la curiosidad y me decidí a replicar el experimento, infundido del espíritu empírico que ha hecho avanzar a la ciencia en los últimos siglos. Sin embargo hice algunas variaciones en el experimento original. La primera modificación: nada de expulsar fuego por la boca. Cierto que es más espectacular, pero le tengo mucho aprecio a mi pelo y tengo entendido que chamuscado no huele muy bien. Además, es más científico un ensayo aséptico donde no me involucre personalmente, así los datos no se verán desvirtuados por las emociones. Otro motivo es el hecho constatable de que ningún producto elaborado del cacao que entre en mi boca, tiene ninguna posibilidad de volver a salir, sería un experimento destinado al fracaso per se. El argumento definitivo es ver la cara de nuestro amigo escupefuegos en el vídeo. No tengo claro de si su aparentemente bajo CI es causa o efecto de la exposición al colacao-ígneo, pero no tengo deseos de comprobarlo. Otra variación: usé Nesquick en lugar de Colacao. No por nada, es que es lo que tenía a mano. Esto invalida cualquier posibilidad de comparación entre ambos experimentos, pero a la vez abre un nuevo campo al parecer inexplorado acerca de la combustión del Nesquick. Medio mundo preocupado en lograr la fusión fría y no saben que la auténtica fuente de energía del futuro viene en botes adornados con un simpático conejillo de orejas largas.

Tras realizar el experimento en ambiente controlado las conclusiones son:
1- El nesquik no se quema en nubes explosivas, pero sí se chamusca (foto 1)
2- Si se insiste con la llama, el nesquik arde ligeramente un rato pero se extingue rápidamente (foto 2)
3- El nesquik chamuscado se acumula en gránulos negruzcos (foto de detalle 3)
4- El nesquik caramelizado huele que apesta
5- Me va a tocar fregar otra sartén.

nesquick ardiendo

Nota del A.: ¿alguien sabe que canción suena de fondo en el experimento del mentos y la cocacola?

Una de dragones

Reunidos por una parte EFEjota S.I. (sociedad inusitada), y por la otra Ripio Suelto & C.O. (cuentos ontológicos) en el terreno neutral del Mare Tranquilitatis donde según los últimos informes de los servicios de inteligencia no hay monstruos marinos a los que temer, acuerdan los siguientes puntos:

Primero, que el ínclito Ripio tendrá en lo sucesivo la potestad de publicar lo que buenamente estime conveniente en Marte Rojo. Efejota S.I. pide que se tenga en cuenta esto por parte de los lectores para que se fijen bajo el título de cada entrada en el nombre del autor que allí se señala, para evitar que se le atribuyan a el los “dios sabe qué cosas” que pueda soltar por sus fauces la otra parte contratante, esto es, Ripio Suelto & C.O.

Segundo. El señor Ripio Suelto pidió al escribano que anotase en el acta de sesiones que en modo alguno iba a tolerar que en las reuniones bloqueras se sirviesen como viandas panqueques de tan pésima calidad como los que el señor EFEjota había traído. Ante esta acusación EFEjota quiso hacer constar que el señor Ripio había quedado en encargarse de las bebidas, y que había que ser torpe para haber traído una pava para el mate y haberse olvidado de las cerillas. Se acuerda que en lo sucesivo EFEjota se encargará de las bebidas y Ripio de las vituallas.

Tercero. Ambos reunidos piden que se eleve a consideración la falta de ídem de los servicios de inteligencia, pues el Mare Tranquilitatis no solo no está exento de mosntruos marinos, sino que en estos momentos los tales monstruos han montado una timba de póquer para decidir cual será el afortunado en dar cuenta de los apetitosos bocados que hemos tenido a bien ponernos a su alcance.

Cuarto. Ambas partes contratantes toman por unanimidad la, cómo negar que sabia, decisión de dejar al escribano de la reunión (osease, un servidor) como cebo disuasorio para poner pies en polvorosa en el cohete de salvamento. Antes de cerrar la escotilla, el serñor EFEjota ha tenido el detalle de dirigirme unas últimas palabras: “asegúrate de poner ahí que Ripio Suelto ha aceptado publicar en Marte Rojo, y que le damos la más calurosa de nuestras bienvenidas“. A lo que el aludido señor Ripio añadió lanzándome la pava a la cabeza: “toma chaval, para que te tomes una infusión, que luego no digas que no cuidamos los detalles”.

Quinto (y esta la añado de mi cosecha): Una bestia marina de color verdiazulado ha ganado con un full de ases el placer de dar cuenta de mis carnes. Por suerte se trata de un refinado gourmet que procede con la parsimonia de un Luis XIV ante una pata de venado. Y por la pata ha empezado el festín, lo que me deja algún tiempo más para escribir unas últimas líneas. Parece que la criatura está disfrutando, esto me llena al menos de un extraño sentimiento de orgullo.

Acta de sesiones. Reunión en la cumbre. Mare Tranquilitatis. 16 de marzo de 2007.

pd.: a quién hallare este manuscrito, pido que remita copia por triplicado a marterojo.arquificio.com, toda vez que presumo que me será imposible cumplir con esta última obligación.
Sin más me despido (ahora con la zurda): El en mala hora escribano.

Test

(Extracto del test de calificación para grado 5º)

Pregunta 526: ¿Todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical hacia arriba igual al peso del fluido desalojado?
a) Sí
b) Sí
c) Sí
d) Todas las anteriores son correctas menos la b.

Pregunta 527: Dos por dos son…
a) Cuatro
b) 4
c) 5-1
d) Todas las anteriores son correctas menos esta.

Pregunta 528: La parte contratante de la primera parte es la parte contratante de la segunda parte.
a) Correcto solo en caso de terremoto
b) Circunstancialmente incorrecto, pero fluctúa.
c) Parte de la sengunda parte es contingente, pero la otra parte es parte de la primera parte, aunque solo en parte.
d) El que parte y reparte se lleva la mejor parte

Pregunta 529:
Platón era…
a) un filántropo
b) un misántropo
c) un filosóforo
d) un filamento
e) no era
f) la “a” y la “c” son ciertas pero la “b” y la “a” tampoco
g) si la “b” es cierta, la “d” no va a ser menos
h) todas la anteriores son ciertas pero igual podrían no serlo
i) las impares son falsas
k) ¿y la “j”?
f) todas la anteriores preceden a esta

Oceano profundo

Batiscafo Trieste
El batiscafo Trieste

Hay 1300 millones de kilómetros cúbicos de agua en la Tierra. El 97% de ese agua es marina, es decir, salada y venenosa para el ser humano. De todo ese agua marina, más de la mitad (51.6%) se concentra en el océano Pacífico. La profundidad media de los oceanos es de 3860 m. De toda la superficie del planeta, el 60% corresponde a aguas oceánicas de más de 1600 m de profundidad.

Estos datos confirman que efectivamente, deberíamos preocuparnos mucho más de lo que lo hacemos por lo que pueda haber allá abajo. Máxime porque de allí surgió la vida en la Tierra. Los mares son los entornos donde durante más tiempo ha existido la vida. ¿es o no es interesante?

Pues para la especie humana, al parecer, no. Bajar a las profundidades del oceano supone un reto técnico mayor aún que salir al espacio. Las diferencias son muchas, pero la básica es direccional. En el espacio todo tiende a explosionar, a expandirse hacia afuera, ya que la mayor presión está dentro. El espacio es como un océano donde tu submarino es el agua, y quiere derramarse al vacío. Bajo las grandes presiones del fondo oceánico, el sentido es el contrario, todo lo que te rodea en esas inhóspitas profundidades, anhela ocupar tu espacio vital, colapsarse en un punto material de hierros y carne. Hay que estar muy loco para querer bajar ahí.

En 1830 el naturista ingles Edward Forbes fue uno de los primeros en interesarse por el misterio de las profundidades, investigando los fondos marinos de el Atlántico y el Mediterráneo. Declaró que por debajo de los 600 metros no había vida, supuesto muy razonable ya que a esas profundidades no llega la luz y las presiones son desmesuradas. Sin embargo cuando en 1860 sacaron a la superficie uno de los primeros cables de telégrafos trasatlánticos, que se encontraba a una profundidad de más de 3Km, lo encontraron cubierto de todo tipo de vida: corales, almejas y demás material orgánico.

En 1872 partió a bordo del barco Challenguer la que podemos considerar como la primera expedición científica orientada a los océanos. La organizaban el Museo Británico, la Real Sociedad y el Gobierno. Durante tres años y medio recogieron muestras, dragaron fondos marinos, descubrieron miles de nuevas especies y realizaron sondeos de profundidad mediante el procedimiento (poco preciso) de echar por la borda un cable de 6Km con una plomada. Todo ello se recopiló en un cuidadoso informe de 50 volúmenes que tardaron 19 años en terminar. De este trabajo nació la disciplina científica de la Oceanografía.

Batisfera
Batisfera

Sin embargo las instituciones seguían sin mostrar mayor interés por el tema y la investigación quedó en manos de entusiastas particulares. En 1930 la pareja formada por C.W. Beebe y O. Barton se propusieron bajar en cuerpo presente al fondo del mar. Aunque Barton era (incluso en palabras de Beebe) el cerebro del proyecto, siempre quedó eclipsado por la figura pintoresca y extrovertida de Beebe. Diseñaron, construyeron y se metieron en el Batiscafo, una esfera de hierro colado de 3.75cm de espesor, con unos pequeños portillos de cuarzo de 4.5cm de grosor. No se trataba de un dirigible, sino de una simple “capsula” colgada de un cable, siendo en superficie donde la hacían subir o bajar. No contaban con conductos ni reservas de oxigeno, por lo que recurrían a rudimentarios medios químicos, como botes de cal sódica que abrían para neutralizar el CO2 de la respiración. En la primera inmersión llegaron a los 183m y en 1934 habían alcanzado los 900m. Toda una proeza, que sin embargo no arrojó mucha luz científica, ya que las capacidades de observación se limitaban a lo que podían alumbrar desde el interior con una pequeña bombilla a través de los gruesos bloques de cuarzo, en un agua además densa y oscura. Si a esto le añades que ningún pez con dos dedos de frente se iba a acercar al extraño objeto, y que ellos eran más aventureros que oceanógrafos, pues sus inmersiones se limitaron a poco más que el logro técnico de la bajada. EN 1948, ya a solas, Barton alcanzó los 1370 metros.

El siguiente paso lo dieron un padre y un hijo en 1954. Auguste y Jacques Piccard (suizos) con su Batiscafo, bautizado como Trieste en honor de la ciudad italiana donde se construyó. Era autónomo (podía subir y bajar a voluntad) y en su primera inmersión dejó en pañales a la batisfera de los estadounidenses, alcanzando los 4000 metros. Era una afición muy cara, por lo que en el 58 llegaron a acuerdos con la marina estadounidense. Con esta financiación, rehicieron el batiscafo dotándolo de una resistencia realmente considerable. Con el nuevo ingenio, bajaron (ya no Auguste, que moriría dos años más tarde) en enero de 1960 en la Fosa de las Marinas (Pacífico) a la asombrosa profundidad de… 10.918 metros. Cuando tocaron fondo, pudieron apreciar como se escabullía un ser vivo (un pez plano de la familia de lenguados y rodaballos) pese a que la presión a esa profundidad es de nada menos que 1196 Kg por centímetro cuadrado. Tras más de cuatro horas de descenso, permanecieron veinte minutos en lo más profundo de los océanos antes de iniciar el camino de vuelta.

Y aquí hay que pulsar la pausa. Veinte minutos. Nunca se ha vuelto a bajar. La humanidad, concretada en Jacques Piccard y el teniente Donald Walsh, estuvo 20 minutos a casi 11 kilómetros de profundidad hace 47 años. Y nunca ha vuelto a intentarlo. Hoy, que varios “cacharros” humanos yacen abandonados en las arenosas llanuras marcianas, azotados por los vientos, gastados, como chatarra abandonada. Hoy que nos comunicamos con la facilidad con que antes sembrábamos patatas, que cruzamos el atlántico en un puñado de horas, que cosemos las manos cercenadas, cambiamos corazones, dudamos entre los muones y las supercuerdas…Aún hoy, no hemos vuelto a bajar a aquel oscuro pozo. Como decían los de la marina “no aprendimos demasiado de aquello. ¿Por qué repetirlo?”. Es sobrecogedor pensar en aquellas dos personas literalmente hundidas en un abismo tan insondable, rodeadas de oscuridad y misterio. Y pensar que nunca nadie ha vuelto a aquel lugar. Allí abajo se está, con mucho, más desamparado que en el vacío interplanetario.

Después de abandonada la búsqueda de las profundidades extremas, se dirigió la investigación a profundidades menos ambiciosas. Se diseñó un sumergible completamente autónomo que pudiese llegar al lecho oceánico medio. Sin embargo una vez diseñado no se encontró a nadie dispuesto a construirlo, y finalmente fue una empresa alimentaria, el Alvin General Mills quien la fabricó en la planta donde se fabricaban las máquinas con las que hacían los cereales para el desayuno. A día de hoy, además del Alvin, solo existen 5 submarinos más de estas características, por lo que la investigación no es que se pueda decir que sea abundante.

Nota del A.: Recomiendo a quien le interese el tema la lectura de “Una breve historia de casi todo”, de Bill Bryson, que en su capítulo 18 cuenta mucho mejor todos estos asuntos.

Puerta trasera

Puerta Trasera

La puerta de atrás es debilidad,
porque casa con dos puertas,
mala es de guardar.

Pero además de ser punto débil, es mavillosamente lábil. Es atajo, por el que el dueño acorta camino cuando quiere llevar un pesado bulto lo más prontamente a su destino. Es hueco umbrío, por donde el criminal saca otro bulto, pesado también, para arrastrarlo con disimulo hasta el maletero del coche. Es subterfugio, para entrar en la casa esquivando la molesta visita que espera en el salón, y subir de puntillas escaleras arriba hasta el desván, refugio de cachivaches y melancolías. Es puerta cómplice, por la que regresan a casa a deshoras el borracho, el infiel y el adolescente. Es salvación, cuando perdida la llave recuerdas que has dejado la de atrás abierta. Vía de escape cuando suena el megáfono, “¡salgan todos, están rodeados!”. Es entrometida, cuando el amante desliza bajo su mirada los últimos besos en su umbral, antes de perderse en las sombras de la noche. Es ¡al fin! cuando el empleado cierra la tienda tras una larga jornada. Y es ¡hola! cuando la dejas abierta y un gato color aceituna se cuela a saludarte.

Si alguna vez me hago una casa a medida, puertas, solo tendrá la de atrás.