Ayer tenía pensado hablar de Artabán, el cuarto rey mago. Sí, el cuarto, como el quinto Beattle, pero en cuarto y en rey. Como siempre, parece que hay una historia oficial y mil comadreos por las esquinas, y en esto de las fábulas lógicamente, pues mucho más. La tradición en algunos sitios ha dado cuatro reyes y en otros se contabilizan hasta doce. Pero como ayer fue un día epistolarmente intenso por varios motivos, no pude dedicarle el tiempo que pedía Artabán, que ya solo en el nombre destila misterios caleidoscópicos. Así que daré por cerrado el tema con una cita:
Los Reyes Magos no son más que Artabán, uno y trino, el más mágico de los magos. Artabán es el que nunca acaba de llegar, el que está llegando. El gozo de las vísperas. El que siempre se echa en falta. Artabán, cuando llega con su túnica de mangas verdes, a buenas horas, dice que mejor que lo echen a uno de menos que de más. Por eso acude adrede tarde a la cita de Babilonia y deja que se le adelanten los otros tres, los oficiales, los que salen en los cuadros y en los nacimientos, en los textos sagrados y en las cabalgatas. (Antonio Burgos)
“El gozo de las vísperas”. Lo más mágico del día de reyes, no es el interior de los paquetes, sino los ruidos en la oscuridad y la ilusión de la noche. La misma ilusión con que se prepara un viaje o se empieza un libro. En la víspera de un viaje están todas las promesas y ninguna de las decepciones.
Pero hoy quería hablar de La Pastura, porque hoy a las tres de la tarde, es la Pastura. Es un tradición de mi pueblo y con asombro he descubierto que es una tradición única. Al menos no he podido encontrar información sobre nada parecido en ningún otro sitio, por lo menos con ese nombre. No me interesa hablar de “la pastura” sino de “mi pastura”. Hoy será una entrada autobiográfica y ombliguista.
La cosa comienza rebuscando en el armario que hay sobre la escalera. Esta escalera de la que hablo era (ya no es) bastante curiosa, porque todas suelen tener un armario debajo, pero esta además, tenía uno encima, sobre la zona de los peldaños más bajos. Uno de esos armarios que normalmente inspira desconfianza y miedos, pero el día cinco se convertía en el armario donde, colgando de un gancho, estaba la cesta de la Pastura. La mía era una cesta cilíndrica de mimbre pintado de un pastelón azul celeste, con un ribete en el borde que alternaba blanco y negro. Mi abuela Isabel (que mira por dónde aparece ahora en la red que no llegó a conocer ni siquiera a sospechar) nos preparaba la cesta llenándola de trigo, cebada o algo por el estilo. Cuando las campanas de la Iglesia tocaban a las tres de la tarde, todos los niños del pueblo acudíamos, cada uno con su cesta llena de cebada a la iglesia donde el Cartero Real acompañado de su paje, venía para pregonar la inminente llegada de “sus majestades los Reyes Magos de Oriente”. Terminado el pregón que resonaba con ecos en las alturas de la nave de la iglesia, volvíamos corriendo a casa para hundir las manos en la cebada de dónde asombrados, desenterrábamos golosinas que la “mano invisible” del cartero real había dejado en la cesta.
Pastura para mi siempre fue un sustantivo cargado de significado propio, sin necesidad de más referentes, aunque ahora claro, veo el que es evidente: pasto. La idea original parece ser la de que los niños llevan pasto para los caballos del Cartero Real, quien en agradecimiento deja misteriosamente las chucherías en las cestas. Misteriosamente, y con manos invisibles, porque claro, siendo algo tan asombroso como “Cartero Real” de los Reyes Magos, no se puede simplemente hacer el truquito de sacarle un sugus al niño de la oreja. Hay que hacer las cosas tan a lo grande como el cargo exige. Yo sin embargo nunca capté esa finalidad en mi cesta de cebada, para mi solo era el velo necesario para que se produjese la magia, el elemento ocultador, el magma del que brotaban los misterios. Por otro lado, nunca vi a ningún caballo apacentarse con la pastura. Para dar cuenta de todas aquellas cestas que llevábamos el Cartero Real habría tenido que venir en elefante.
Me habría gustado ilustrar todo esto con alguna foto, pero al parecer en los archivos familiares no hay registro alguno de estos hechos. Conociendo como conozco el funcionamiento de mi red neuronal, quizá debería sospechar de la existencia pasada de todos estos hechos. Pero no, la explicación más sencilla y por tanto la real según Occam (“Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem”) es que, como ahora descubro, soy un ser humano analógico. Los hay digitales, que cuentan con registro completo de su vida en ceros y unos. Yo tengo la suerte de tener inmensas lagunas en la memoria y los registros. Lagunas que puedo llenar a mi gusto con fábulas fantásticas en tonos azul y rojo.
:D Paisanoooooooooooooooooooooo :* muack!
¿Pero cómo? :D ahora si que me has sorprendido Rebeka. Y además deduzco por tu comentario que mi Pastura no es tan única como pensaba. Muchas deducciones para dos palabras XD
¡¡¡YUJUUUUUU!!!
***Nota: Repito el mensaje porque el anterior no lo ha publicado completo (vaya usted a saber porqué):
¡¡¡YUJUUUUUUU!!!
***Nota: Repito el mensaje porque los dos anteriores no los ha publicado completos (vaya usted a saber porqué)
¡¡¡YUJUUUUUUU!!! (leer con voz de Homer)
¡Por fin sabemos de dónde eres! (¿qué pensabas, que Becky era nativa de Barcelona?… ¡pues no!)
xDDD
¡Yo también tengo una abuela Isabel! :_)
Más entrañable ella a sus 88 años… me tiene loquito.
Juas!
Tiene gracia que te hayas declarado antes de que el investigador aroh pudiera adivinar de donde procedes. Si es que… manchego tenías que ser ;)
El investigador aro sospechaba del lugar de origen de FJ.
Se limitó a buscar en Google la palabra Arquificio (el dominio del e-mail de FJ y ahora también el de este blog) y resultó ser el nombre de una constructora Valenciana. Así que por la relación de una constructora con el oficio del 3D, dió por hecho que FJ era de “la tierra de las flores, de la luz y del amor…”.
Pero resulta que no, que lo del nombre Arquificio no fue más que una casualidad. Así que se equivocó al seguir una pista falsa.
O sea, que el investigador aro estaba más perdido que unas bragas en Nochevieja.
Igualmente, sigo pensando que eres un tipo francamente peligroso.
Oye Ripio, cuéntale a Rbk aquel día que te adiviné los metros cuadrados de tu casa viendo apenas un par de renders exteriores xDDDDD
(por cierto, hace tiempo que no te pregunto… ¿qué tal va la construcción de tu casa, está terminada?)
A mi me gusta dibujar con un boli verde y otro naranja. Con eso a ver si averiguas mi número de teléfono ARo XD
Estais sacando conclusiones precipitadas. Soy de ascendencia manchega y digo “mi pueblo”, al pueblo de mi padre y en el que pasaba las vacaciones de infancia. Pero realmente soy… mejor os dejo sin el dato, no quiero que se me acuse de dejar en paro a los investigadores :P
Aro, pensandolo mejor, creo que con eso de los bolis te lo he puesto muy fácil. Por favor, no publiques aquí mi número.
Hola efejota, he conocido tu blog por Jacinto, y tu articulo me ha llegado al corazón porque yo, que no se si soy mayor o mas joven que tu, (sospecho que mayor)me he sentido retratado en esos sentimientos que expresas.
Un saludo, semi-paisano y a seguir haciendo patria manchega.
A mi me ha pasado lo contrario que a ti, he concocido a Jacinto por mi blog, Jeje.
¿Y quien es Jacinto? ¿No nos presentas?
joder Rbk, Jacinto es el amigo de David Lara.
Para más datos, primo de José, el hermano del Ruso, conocido de Pascual.
Ahora, si me preguntas quiénes son José, el Ruso y Pascual, he de contestarte con una serie de groserías rimadas, así que no lo hagas.
XD en cuanto Ripio me lo presente.
¿Quién es José?
¿Quién es el Ruso?
¿Quién es Pascual?
(tomá pa vo, a ver si te resistes)
José: el que te la metió y se fue
cuál Ruso?: el que te la puso
Pascual, te la meto igual
Esos son los clásicos, pero vale para cualquier nombre que rime. Es un “deporte” de aquí, tirás en medio de una charla cualquiera una referencia a José, cuando tu interlocutor pregunta qué José, lo cagás y te reís un rato como un estúpido… todo muy intelectual, como verás.
Décadas atrás, con mis amigos de la facultad, habíamos desarrollado una verdadera guerra verbal y conversar con ellos era como caminar por un campo minado. Los nombres se entretejína con gran sutileza, luego de largas cadenas de parentezcos, amistades y relaciones, y había que tener el instinto de una gacela que vive entre leones para que no te hicieran caer dos o tres veces al día.
Mi cuñado llevaba el auto al taller mecánico del Ruso, y mi hermana lo cagaba siempre con eso.
Dato genial: hay un músico que se llama Hermeto Pascual—> Pascual Hermeto, date vuelta que te la meto, Hermeto Pascual, te la meto igual. Simplemente, maravilloso.
XD En el fondo eres como un niño.
XDDDDD